lunes, 20 de enero de 2014

El miedo.
Una toxina que paraliza músculo y respiración.
La garganta seca congela el momento y duelen los oídos al tragar.
Permaneces quieto, a la espera, con los sentidos alerta.
El aire aulla, silba, remueve el pensamiento.
Tú, detenido entre lo posible y lo imposible.
La madera se queja, la persiana tiembla y tu corazón con ella. 
Coges fuerzas y respiras...
Abres los ojos y por fin miras, te enfrentas.
Escuchas tus propios latidos...
Tan sólo es una noche de viento y tu imaginación.
Recuperas la cordura y sigues en la oscuridad.
Adelante siempre.

A veces me canso del día y de sus horas, de sus grises sombras sin ver que con una sonrisa puedo cambiar mi mundo.